ARPA Y LÓPEZ, S. Compendio de retórica y poética ó Literatura preceptiva adaptada a la índole y extensión de esta asignatura en la segunda enseñanza. Cádiz: Imprenta y Litografía de la Revista Médica, 1878.
Arpa y López. 1878.
[p. 52] Antítesis: es la contraposición de unos pensamientos a otros para que resalte más la idea que pretendemos principalmente comunicar.
CAPMANY Y MONTPALAU, A. de. Filosofía de la eloquencia. Madrid: Antonio de Sancha, 1777.
Capmany y Montpalau. 1777.
[p. 167-172] Antíthesis es aquella oposición de palabras o frases de un sentido contrario entre sí: como aquello de Cicerón: Venció al pudor la lascivia, al temor la osadía, a la razón la locura.
Esta figura, más aguda que sólida cuando la contrariedad no cae sobre las frases o miembros enteros, sino sobre las palabras, es fastidiosa si es uniforme, y violenta si es dilatada...Los antítesis, a más de la contraposición mecánica de las palabras, deben ser cortos y sentenciosos para adquirir aquel aire de naturalidad siempre enemigo de la continua disonancia nominal, o mejor sonsonete pueril. Deben más bien estribar sobre los pensamientos, que jugar sobre la oposición de los términos.
Algunas veces da mucha gracia a la contrariedad del pensamiento la oposición del atributo con el sujeto. Así dice uno: La elocuencia arrebata los corazones con suave fuerza y delicada violencia; como si dijese: con una suavidad, que hace lo que la fuerza, y una delicadeza, que hace lo que la violencia: también diremos: Los malos autores son los que ostentan una estéril abundancia; esto es, una abundancia vacía de cosas, aunque llena de palabras.
También cometen algunos la antítesis por la conjunción de dos contrariedades en una misma frase; como ésta: ¿Pueden por ventura buscar la paz en la guerra los que desean siempre la guerra en la paz?
Pero de cualquier manera que se use esta casta de contrastes, nunca darán fuerza ni nobleza a la expresión. Además este estilo no es natural, porque la naturaleza, que produce las cosas con desorden, no afecta un contraste continuo ni arreglado; tampoco pone todos los cuerpos en movimiento, y menos en un movimiento forzado.
Usa de las partes más principales de la oratoria, y la más difícil es ocultar el arte. ¿Pues hay casa que más lo descubra que el contraste continuo de las palabras? La contraposición más natural y agradable es la del sentimiento, la de las imágenes, y situaciones. Este contraste es uno de los caracteres más brillantes del ingenio: es en fin el arte de imprimir en el alma sensaciones extremas y contrarias, excitando una conmoción mezclada, ya de pena y placer, ya de amarguras y dulzura, ya en fin de gozo y horror.
Véase como espira un fanático e intrépido escandinavo en el calor de la batalla: Yo muero, y siento en morir una profunda dulzura. Dos ninfas divinas me levantan, y me presentan una deliciosa bebida en el cráneo sangriento de mi enemigo.
Oigamos como habla Marco Antonio al pueblo romano a vista del cadáver de César recién muerto: Oh! Espectáculo funesto! ¡Veis aquí lo que nos resta del mayor de los hombre! ¡Mirad a este Dios vengador, que idolatrabais, y a quien adoraban postrados sus mismos asesinos! ¡Veis aquí el que habiendo sido vuestro apoyo en la guerra y en la paz, el honor de la naturaleza, y la gloria de Roma, una hora antes hacía temblar toda la tierra!
Así pinta un escritor el suplicio de Foción por los Atenienses: Vieras luego a este héroe, que marchaba a la prisión para oír su última sentencia, con el mismo semblante que cuando salía entre las aclamaciones del pueblo a tomar el mando del ejército o volvía triunfante de vencer sus enemigos: toma en fin el veneno con serenidad; bendice al que le presenta la copa; y volviendo los ojos hacia su hija, con una débil y moribunda voz, le dice: No te acuerdes de esta injuria sino para perdonarla.
En un paisaje de Pousin se ven unas pastorcillas bailando al son de una gaytilla, y un poco desviado un sepulcro con esta inscripción: Yo vivía también en la deliciosa Arcadia. El prestigio del estilo de que tratamos consiste algunas veces en una palabra que aparta nuestra vista del objeto principal, y muestra de lado el espacio, el tiempo, la vida, la muerte, o alguna otra idea grande o melancólica, que corta las imágenes alegres.
Admiremos, dice un autor, la extensión de los conocimientos humanos desde la astronomía hasta la insectología; admiremos las obras de la mano del hombre desde el navío hasta el alfiler. ¡Qué grandeza en las distancias!
Véase como Cicerón realza la injuria de Verres Pretor de Sicilia, hecha a los derechos del ciudadano Romano, cuando condenó a Gabio al suplicio de cruz, propio de los esclavos, con la malicia de mudar el lugar del patíbulo transfiriéndole, a un sitio que da vista al estrecho de Mesina. Tú te jactaste delante de todo el pueblo de que colocabas el patíbulo en aquel lugar para que un hombre, que se llamaba ciudadano Romano, pudiese ver desde lo alto de la cruz la Italia y su propio domicilio… Tú escogiste esta vista de la Italia, para que muriendo entre las agonías del suplicio, tuviese también en el dolor de ver que sólo había el corto espacio del estrecho entre los horrores de la servidumbre y las dulzuras de la libertad.
Otro contraste de situaciones tiernas pone un elocuente escritor, cuando hablando de la fortaleza, nos dice: En la adversidad y humillación verás brillar la fortaleza: me parece que veo a Sócrates bebiendo el veneno, a Fabricio sufriendo su pobreza, a Scipión muriendo en el destierro, a Epitecto escribiendo entre cadenas, y a Séneca mirando con tranquilidad sus venas abiertas.
¡Qué poder no tienen los gestos y las actitudes! ¿A la vista de un cuadro no nos alegramos, entristecemos, enternecemos, horrorizamos? Figurémonos pintado el pasaje de la Iliada, en que Homero nos representa a Júpiter sentado en la cumbre del Ida, y al pie de este monte a los Troyanos y Griegos, que envueltos en las tinieblas, con que aquel Dios cubrió el campo, se matan unos a otros en el calor del combate sin que los mire; antes con el rostro sereno tiene la vista vuelta hacia las inocentes campiñas de los Etíopes que se sustentan de leche. ¡Qué contraste tan bello y tan agradable, no de palabras, sino de situaciones! ¿Esta pintura no nos ofrece a un mismo tiempo el espectáculo de la miseria y de la dicha de la turbación y del sosiego, del crímen y de la inocencia, de la [Nota del autor: El dogma destructor y triste del fatalismo parece que ha plagado una gran parte de la tierra, y del gentilismo en su mas remota antigüedad] fatalidad de los mortales, y de la grandeza de los Dioses?
Encyclopedia Metódica dispuesta por orden de materias. Diccionario de Gramática y Literatura. Traducido del francés al castellano; ilustrado y aumentado por el R. P. Luis Mínguez de S. Fernando, del Orden de Escuelas Pías. Tomo primero. Madrid: por Don Antonio de Sancha: Librería de la Aduana vieja, 1788.
Encyclopedia 1788
[p. 407] Antithesis s. f. (Buenas-Letras) Figura que consiste en oponer unos pensamientos a otros para darles más claridad. “Las antithesis bien manejadas”, dice el P. Bouhours, “agradan infinitamente en las obras de ingenio; y con corta diferencia hacen en ellas el mismo efecto que en la pintura los claros y los oscuros, que un buen pintor va distribuyendo donde conviene, o en la música las voces altas y baxas que un hábil maestro sabe mezclar igualmente (…) Algunos críticos severos son de la opinión que se la debe desterrar enteramente del discurso, porque la consideran como un oropel que deslumbra, a cuyo favor se da paso libre a los pensamientos falsos o por su medio se alteran los que realmente son verdaderos. Tal vez los asuntos muy serios no la sufren, ¿pero qué razón hay para excluirla del estilo adornado y de los discursos pomposos como las harengas académicas, los panegíricos y la oración fúnebre, con tal que se use con templanza y que por otra parte principalmente consiste en las cosas y jamás en las palabras”. (El abate Mallet) El Padre Bouhours compara la antithesis a la mezcla de claros y oscuros en la pintura y en la música a la de las voces altas y baxas. Pero no hay ni exactitud ni propiedad en esta comparación. En el estilo hay oposiciones de colores, de claridad y sombras y diversidad de tonos sin ninguna antithesis y frequentemente hay antithesis sin mezcla de colores y de tonos. La antithesis expresa una relación de oposición entre objetos diferentes o en un mismo objeto entre sus qualidades o sus maneras de ser o de obrar: y assi unas veces une los contrarios baxo una relación común, otras presenta la misma cosa baxo dos relaciones contrarias. (…) Pero la antithesis passagera y sin afectación es un pensamiento ingenioso y una expresión tan natural, tan noble y grave como qualquiera otra y conviene a todos los asuntos. (…) La mayor parte de los grandes pensamientos toman el rodeo de la antithesis ya para denotar con más viveza las relaciones de diferencia y oposición, ya para estrechar y unir los extremos. (…)
[p. 408] El abate Mallet dexa la antithesis para las harengas, para las oraciones fúnebres y discursos académicos, como si la antithesis no fuera jamás sino un adorno frívolo, y como si en una oración fúnebre, en una harenga o en un discurso académico las agudezas aparentes y los afectados retruécanos no fueran tan impropios de estos lugares como de qualquiera otra parte. La afectación no es buena ni parece bien sino en boca de un pedante, de una presumida de doctora o de un necio. La antithesis es frequentemente una delicada y fina agudeza propia del epigrama. (…) A la antithesis le sucede lo que a todas las figuras de rhetorica, quando las introduce alguna circunstancia o les da lugar en un discurso la passion, comunican al estilo mayor gracia y belleza. Solamente se debe poner cuidado en que el ingenio no se acostumbre a ciertos rodeos de pensamientos y expresiones que, siendo demasiado frequentes, dexarán de ser naturales. (…) La antithesis es una figura de pensamiento por combinación, la qual en un mismo periodo o en un mismo lugar seguido de eloquencia en prosa o verso, pone en oposición cosas contrarias bien sea por la fuerza de los pensamientos o bien por el modo ingenioso de expresarlos.
[p. 410] Algunos encargan principalmente que se evite la antithesis en aquellos lugares que piden movimiento, gravedad y elevación; porque el adorno de la antithesis, dicen, se dexa percibir demasiado; y el adorno que se supone a sangre fría, estaría en oposición con el movimiento de las pasiones y con el respeto que imprimen las más sublimes e importantes verdades. Este principio puede ser verdadero en aquellas antithesis que solamente consisten en las palabras o en las ideas accesorias casi extrañas al principal objeto: ¿pero acaso se debe decir lo mismo sin restricción de las ideas esenciales y principales? “Quando las cosas que decimos son naturalmente opuestas las unas a las otras, dice Fenelon (II. Dial. Sobre la Eloquencia) se debe notas la oposición que tienen entre sí: semejantes antithesis son naturales y causan sin duda una belleza sólida; porque entonces es aquel el más corto y más sencillo modo que hay de explicar las cosas”. (…) Pretenden algunos desterrar también la antithesis del estilo sencillo como contraria a la naturalidad, que hace todo el mérito de este. “La naturalidad”, dice el Padre Bouhours (II. Dialog. Man. de bien pens. ) “no es enemiga de una cierta especie de antithesis que tienen simplicidad y que tanto más agradan quanto son más sencillas y solamente aborrece las antithesis nobles”. (…) Boileau (Sat. VIII) tenía que pintar las perpetuas contradicciones del corazón del hombre; pues para hacer esto ¿qué cosa podría hallar más natural, más sencilla y aun más sincera que la antithesis? Esta figura es a la verdad brillante por la contraposición de cosas contrarias; pero su brillo descubre sensiblemente el arte o hace sospechar que la hay; de lo que naturalmente se infiere que conviene emplearla con moderación y evitar su frequente uso.
[p. 411] La palabra antithesis es griega, antithesis (contrapositio, oppositio). Sus raíces son anti (contra) y thesis (positio) de tithemi (pono) Este nombre así tomado explica con mucha propiedad la figura de que acabamos de hablar; pero parece que los antiguos denotaban solamente por el nombre singular antitheton (contrapositum) o por el plural antitheta (contraposita) Cicerón y Quintiliano no la llaman de otra manera.
[p. 412] De tal manera ha prevalecido el uso en dar a la figura de pensamiento el nombre de antithesis que ya no es posible mudarlo. Más se le conservaría contra el uso a la figura de dicción que pone una letra por otra, y como se habla menos de esta que de la primera, es más fácil mudar el uso respectivamente. Yo propondría a los maestros del arte que la llamasen comunicación (Mr. Beauzée)
GIL DE ZÁRATE, A. Manual de literatura. Primera parte: principios generales de poética y retórica. Madrid: Imp. de Martínez y Minuesa, 1850.
Gil de Zárate. 1850
[p. 38] Es una figura por la cual se trasponen unos pensamientos á otros, para darles mayor desenvolvimiento. Debe usarse de ella con mucha parsimonia, sobre todo si la obra es seria.
La antítesis llevada al extremo, suele degenerar en ridícula, por mas que tenga cierto brillo y ofusque con su forma aguda y sentenciosa. Nuestros autores son muy dados á esta figura y deslucen á veces sus obras con su inmoderado uso. Sirva el siguiente ejemplo para maestra de antítesis y de mal gusto.
«¿Pueden por ventura buscar la paz en la guerra los que siempre desean la guerra en la paz?» [citado por Capmany en su Filosofía de la elocuencia, FAD]
GÓMEZ HERMOSILLA, J. Arte de hablar en prosa y verso. Madrid: Imprenta Real, 1826. 2 vols.
Gómez Hermosilla. 1826.
[p. 82-83] Esta palabra griega significa literalmente contraposicion, y por eso se llama así con toda propiedad «la forma que tiene el pensamiento cuando se contraponen unas á otras ideas contrarias; ya esten expresadas por sola una palabra, ya por una frase entera».
LÓPEZ BASTARÁN, M. Retórica y Poética ó Literatura preceptiva. Huesca: Est. Tip. Oscense, 1889.
López Bastarán. 1889
[p. 52-53] La antítesis consiste, en contraponer unos pensamientos á otros ô unas ideas á otras, para dar más realce á la principal que se pretende comunicar.
La antítesis da claridad y energía al pensamiento; porque todo objeto resalta más, cuando se pone frente á otro que tiene cualidades opuestas; pero es preciso que el escritor tenga habilidad para ocultar el arte, apareciendo el contraste como hijo de la fuerza de convicción.
Como la contraposición de ideas en que se funda la antítesis, estriba en el significado de las palabras con que se expresan, esa uniformidad y simetría en su colocación, hace que el pensamiento degenere fácilmente en frío y afectado, cuando se usa con profusión y sin el talento suficiente.
MARÍN Y MORALES, V. Lecciones de retórica y poética. Manila: Imprenta del Colegio de Sto. Tomás, 1895.
Marín y Morales. 1895
[p. 101-103] La antítesis ó contraposición consiste en aproximar unas ideas á otras para hacerlas resaltar con mayor viveza.
Esta figura se funda en la ley del contraste; pues nunca se avivan los objetos con mayor energía, que contraponiendo unos á otros; así vemos que nunca resalta más lo negro, que cuando está al lado de lo blanco; nunca aparece más hermosa la virtud, que cuando se la pone enfrente del vicio. No se presentará, por tanto, una idea con mayor viveza, que cuando se la ponga enfrente de su contraria.
Dos especies de antítesis distinguen los retóricos: una que consiste en contraponer palabras á palabras; otra en contrastar sentencias con sentencias.
Para el buen uso de esta figura deben observarse las reglas siguientes:
1.ª No se emplee ninguna antítesis que no nazca de la misma naturaleza del asunto.
2.ª En las de palabra, es necesario que los vocablos contrapuestos expresen una sola idea bien determinada é interesante.
3.ª No se abuse de ellas, pues tienden á hacer el estilo simétrico y monótono.
4.ª En general, deben emplearse únicamente en pasajes tranquilos; pues siendo una figura de puro raciocinio, no cabe en los pasajes patéticos.
MIGUEL, R. de . Curso elemental teórico práctico de retórica y poética acomodado a la índole de los estudios de la 2ª enseñanza, conforme al programa oficial. Madrid: Agustin Jubera, 1875. (con ejemplos cervantinos).
Miguel. 1875
[p. 43] La antítesis consiste en contraponer unas ideas a otras contrarias, ya esté la contraposicion en las palabras, ó ya en las frases.
El fin principal de esta figura es hacer resaltar ciertas ideas poniéndolas en contraste con las contrarias. Este contraste debe aparecer natural y sugerido por las circunstancias mismas; y aunque puede caber muy bien en las situaciones apasionadas, es más propio sin embargo de los pasajes tranquilos.
Prontuario de retórica y poética, extractado de los mejores autores nacionales y extranjeros por un antiguo profesor de estos ramos. Madrid: Imp. de Fuentenebro, 1839.
[p. 21] Antitesis ó contraste: Se comete oponiendo palabras á palabras, sentencias á sentencias, ó situaciones á situaciones.
SÁNCHEZ BARBERO, F. Principios de retórica y poética. Madrid: Imprenta de la Administración del Real Arbitrio de Beneficencia, 1805.
Sánchez Barbero. 1805
[p. 54-56] Antítesis. Así como la comparación se funda en la semejanza de dos objetos, así la Antítesis en su contraste ú oposición [Nota del autor: El paralelo es una especie de Antítesis]. El efecto de las dos es el mismo, porque ámbas se dirigen á hacer mas distintos los objetos y á causar mas fuerte impresión.
[Nota del autor: Es muy fuerte la impresión que causa la noche en las almas apasionadas. La soledad y el silencio parecen acrecentar todas sus inquietudes por la ausencia de los objetos que pueden distraerles].