CAPMANY Y MONTPALAU, Antonio de. Filosofía de la eloquencia. Madrid: Antonio de Sancha, Madrid, 1777.
Capmany y Montpalau, A. de 1777
[p. 197-198] Sujeción. Esta figura es la misma interrogación acompañada cada vez de una respuesta. En alguna ocasión el orador se pregunta y responde a si mismo, como cuando Cicerón en la oración por Celio dice: ¿No llamaríamos enemigo de la república al que violase sus leyes? Tú las quebrantaste. ¿Al que menospreciase la autoridad del Senado? Tú la oprimiste. ¿Al que fomentase las sediciones? Tú las excitaste.
Cierto orador así previene a su auditorio: ¿Sufriré la nota de falso adulador? ¿Celebraré las victorias de este conquistador, y callará las atrocidades que oscurecieron su gloria? No, señores. ¿Compararía al malvado con un modelo de virtudes? Mucho menos: todo lo sacrificaré a la verdad.
Alguna vez pregunta el orador a una persona, y sin aguardar respuesta redobla la interrogación, como hace el mismo Cicerón contra Verres: ¿Con qué convención defiendes a este reo? ¿Haciendo el elogio de la frugalidad, no llamas las iniquidades de la avaricia? ¿Hubo por ventura alguno más perverso, y disoluto? ¿Le pintarás tal vez como un varón fuerte? ¿Pero se encontrará otro más perezoso, o indolente? ¿Celebrarás la docilidad de sus costumbres? ¿Quién más contumaz? ¿Quién más soberbio?
Otras veces preguntamos a una persona, y la hacemos dar respuesta. Éste es el modo de confutar y probar con más fuerza; porque siempre se ponen en boca del contrario las respuestas que tenemos de antemano destruidas; y como de esta suerte le dejamos su defensa y la libertad de la palabra, y al fin se rinde a nuestras refutaciones, el oyente queda satisfecho, e inclinado sin repugnancia a nuestra causa.
Por medio de la sujeción un moderno escritor arguye contra un suicida. ¿Tú quieres abandonar la vida? Sí, me dices, porque te cansa el vivir tanto. Yo quisiera saber si aún has empezado. Qué! fuiste enviado a la tierra para vivir en inacción? Parece que me dices que estás demás, y eres de poca utilidad. ¿Pero el cielo no le impone con la vida algún cargo que cumplir? ¿Qué respuesta, o infeliz! tienes prevenida para el juez supremo cuando te pida cuenta del tiempo? Tú me dices: la vida es un mal: ¿Hallarás en el orden de las cosas un bien que no esté rodeado de males? La vida, repites, es un mal para el hombre de bien siempre perseguido: ¿pero no sabes que tarde o temprano es consolado? y que la virtud no aguarda el premio acá en la tierra? A este tenor sigue admirablemente las reflexiones.
Prontuario de retórica y poética, extractado de los mejores autores nacionales y extranjeros por un antiguo profesor de estos ramos. Madrid: Imp. de Fuentenebro, 1839.
[p. 25] Anteocupacion: la que sirve para explicarse de modo que al instruir de un hecho á los jueces ó al auditorio, habla el orador como si ellos estuviesen ya persuadidos de lo mismo que intenta probar.